jueves, 18 de febrero de 2010

Berlín - Isabel Coixet



Isabel Coixet ha sido Miembro del Jurado durante la pasada edición de la Berlinale. Este año, la directora española no podía estar ausente de este festival de cine al que considera "el más auténtico y real que existe, donde la gente sale con ganas de hacer películas". En esta oportunidad reproducimos un texto de Coixet originalmente publicado en www.clubcultura.com.

Cuando pienso en Berlín, oígo la voz de Lou Reed susurrando “candle lights and Dubbonet on ice”. Pienso en Liza Minnelli agitando sus uñas verdes ante Michael York y diciendo “sofisticada”. En una ciudad en blanco y negro llena de miedo y vacía de esperanza. En los libros de Isherwood. En las películas de Leni Rifenshtal , Fritz Lang, Billy Wilder… . Pienso en “El angel azul” . En Marlene Dietrick antes que Josef Von Sternberg la hiciera adelgazar. En el ZooPalast. En osos que se ponen de pié. Barrios enteramente nuevos con los omnipresentes neones de multinacionales parpadeando desde las azoteas. CheckpointCharlie. Tiendas de segunda mano donde los uniformes rusos todavía conservan el olor acre del sudor de los soldados. Avenidas Karl Marx con edificios derruidos. Inmensos loft de artistas en lucha, becados por instituciones patrocinadas por corporaciones de origen inextricable. Angela Merkel, el día que me recibió en su espartana oficina y pronunció una frase que me deslumbró y que luego he visto publicada en varios periódicos “al fin y al cabo estoy familiarizada con mi propio pasado”. Berlín es un estado mental alimentado por lecturas, muchas películas , emociones, currywürst y ensalada de patatas.

En el pavimento de las calles de Berlin, hay una curiosa cicatriz de piedra que se puede seguir durante largos trechos, paso a paso, como una ficticia cuerda floja , que son interrumpidos momentáneamente por Starbuckus, supermercados y tiendas flamantes de decoración italiana.: es el lugar donde la ciudad se partía, donde habitaba el muro. Hay lugares en los que es casi imposible distinguir la cicatriz, otros en los que sutiles diferencias de gris marcan los dos Berlines que desde hace veinte años son uno. Los berlineses hablan de acentos: cómo todavía en los discursos de Merkel, se puede distinguir el acento y los modismos del otro lado. Hay una sutil nostalgia del mal gusto del este, de las formicas, de las mil tonalidades del beige, de ahí el éxito de films como “Goodbye Lenin”. En las librerias hay libros enteros dedicados a la iconografía , los interiores , la moda y hasta las recetas que se estilaban en el este hasta 1989.

Cuando el muro cayó , me gustaba imaginarme las caras de los espías de todo tipo, en las embajadas de todo el mundo ¿supieron de inmediato que se iban a quedar sin trabajo? Pensaron en cómo crear inmediatamente otra fuente de conflictos?Y lo que es peor se dieron cuenta que todas las muertes , el dolor y el sufrimiento causado por la guerra fría habían sido perfectamente inútiles? Y ¿Qué pensaron las familias de los que habían muerto intentando cruzar el muro, que un día tan aleatoriamente como fue erigido, fue derrumbado? Resulta casi irreal hoy, en esta urbe amable y en plena expansión, ver la exhibición de ingeniosos artefactos con que los berlineses del este intentaban cubrir los pocos metros que en determinados puntos separaban la ciudad.

Lo único que recuerdo de 1989 cuando cogí con mi hermano un autocar a Berlín para ver con nuestros propios ojos el final de la demolición del muro y hacernos con souvenirs de él, es una extraña sensación de futilidad. Volviendo a casa, en el autocar rodeada de turistas exhaustos, apretando en mis manos, un trozo del muro, pintado de verde y rojo , pensé: así pues, esto era todo, sólo un montón de piedras pintadas. Tan sólo eso.

1 comentario:

Angel "Verbal" Kint dijo...

Yo a la Coixet no la dejaría salir ni a la calle...


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